2/11/09

Berlín Express: Segundo Capítulo


Dia 2 (Hamburgo-Berlín):
Tras la primera exhaustiva jornada de carretera (9 horas) y haber maldormido 4 horas en el asiento del copiloto de la furgoneta con un frío que pela, abrí mis descuidados ojos.
Cuál fué mi sorpresa que me encontré una fila de 10 japoneses haciendo fotos a la casa de al lado de la furgoneta(ver foto) y como buenos modelos, salimos todos retratados. Muy buena la cara de mi amigo Jesús con la boca abierta durmiendo cara a la ventanilla. Esos japoneses cuando revelen sus fotos se llevarán más de una sorpresa...
Por la mañana, tocaba un tour por Hamburgo, ciudad bella como pocas. Todos los edificios guardaban un estilo arquitectónico clásico y por la ciudad pasaban muchos canales. Afortudamente lució un día soleado y pudimos disfrutar de un buen paseo rodeados de cisnes y bonitas fuentes (ver foto).

Al mediodía tocaba más carretera rumbo a la Capital.
Horas previstas de viaje: 3 horas. Horas reales: 6.

Nos costó un buen rato encontrar el hostel, en algun caso nos vimos obligados a circular por el carril del tranvía. Ese hostel, siendo sinceros, estaba de puta madre. En el meollo de Berlín del Este con una parada de metro al lado y con gente... con gente (después entenderéis por qué hago esta maniobra literaria).
Allí nos esperaba Mortadelo (alias que se ganó el recepcionista). Por fín nos pudimos dar una ducha de agua caliente y cenar algo caliente (me calenté mi lata de judias pintas precocinadas, una delicia...)
Después de la cena tocaba buscar algun sitio de marcha en Berlín un domingo por la noche. Y haberlos los había pero tardamos en encontrarlos. El primer personaje extraño y simpático que encontramos en todo Berlín fué un rastas que había estado viviendo en Barcelona y se defendía en español en la parada del metro camino a Alexanderplatz. Nos dijo que no pagáramos el metro que eso era de capitalistas y que además el metro de Berlín a partir de las 9 no se paga (no porque sea gratis sino porque no hay revisores trabajando).
La fiesta... Una mierda. Un local de un italiano que daba más pena que gloria, muy elegante pero sin gente y con una música nefasta. Suerte que el vino que habíamos bebido antes nos hiciese pasar un poco por alto los detalles negativos.
La vuelta fue terrible. Probamos el frío de Berlín y nos perdimos (esta vez en metro también). Así que llegamos a eso de las 6 de la mañana. Al dia siguiente tocaba madrugar y vivir el dia más intenso del viaje.

TO BE CONTINUED.

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