9/1/10

Noches bajo cero.

Tras realizar un examen de esos a los que se recurre más a la inventiva que al conocimiento y para celebrar los buenos resultados académicos acontecidos hasta el momento, nos dimos un voltio por la ciudad. Nada más y nada menos que 10 grados bajo cero era la temperatura atmósfera. Para meternos en situación, los langostinos del congelador están más "agustico" que yo ayer por la calle. La tarde-noche comenzó con una prueba determinante: los nuevos altavoces adquiridos via internete. La prueba dejó más dudas que alegrías en cuanto a su potencial, nuestro objetivo era erizar (todavía más) los pelos del chino pero no lo conseguimos y fué un fracaso. Despúes tras un tentempié y un ligero acicalamiento nos fuimos a una fiesta de despedida de una erasmus en el piso 108. Estuvo bastante bien porque desde antes de navidades no me reunía con esa gente ni hablaba tanto ingles (ya lo echaba mucho de menos). La sensación térmica allá dentro era tan buena que (pobres de nosotros) se nos ocurrió la idea de irnos de bares al centro. El último tren pasaba a medianoche (12:38) y algo justos de tiempo llegamos a la estación. Saqué un billete (porque soy muy honrado y porque estos holandeses son tan serios que son capaces de poner revisor hasta en el cercanías de las 12 y media) pero el resto de mis acompañantes no lo hicieron. Un minuto de psicosis colectiva bastó para que:
1º Llega el tren.
2º El frío debía tener a todos congelados porque ninguno movía un pelo.
3º Empiezo a gritar corred que se va el tren.
4º Nadie me hace caso y empiezo a correr yo solo.
5º Jaime acostumbrado al frío (es de Sabiñánigo) comienza a correr tras de mí.
6º Solo esta abierta una puerta y en ella está la revisora fumandose un pitillo.
7º Me percarto de que Jaime no lleva billete y sigo corriendo hacia la siguiente puerta.
8º Suena el silbato de que se va el tren.
9º Abro la puerta y en última instancia subimos.
10º Los demás nos despiden a imagen y semejanza del día en el que zarpó el Titanic de aquel puerto de Southampton.
11º Una vez subido en el tren empezamos a ir corriendo al último vagón con la esperanza de que al ser la siguiente parada la nuestra, la revisora no tuviera tiempo de alcanzarnos.
12º Me percato que yo también voy sin billete puesto que el billete que he sacado lleva aplicado un descuento y yo me he olvidado la tarjeta de descuento en casa.
13º El tren llega a nuestra parada estamos salvados y jodidos de frío.

Llegamos al bar y empezamos con el bla bla bla de todas las fiestas con la gente de siempre. Pasadas dos horas nos cansamos y decidimos cambiar de bar. En ese bar la proporción hombres mujeres es abrumadora pero aún así sobrados de confianza decidimos quedarnos. Como buenos cazadores, lo primero que hacemos es reconocer el terreno. Lo segundo es aproximarse al objetivo y lograr un buen posicionamiento. Una vez llegados a este punto, nos confundimos de género y por eso de que eran mayoría, empezamos a hablar con holandeses. Es curioso porque en ese bar casi todos los holandeses saben hablar español. Le comento a Jaime que nos hemos equivocado, que tenemos que hacer lo mismo pero con el grupo de chicas de al lado, él asiente y yo me siento. No había inspiración y sin inspiración tampoco hay vikingas. Llega un momento de la noche en el que nos empieza a preocupar más la manera en la que íbamos a tener que volver a casa a -10º. Había dos alternativas andando o en la bici de jaime que se supone se había dejado aparcada por allí desde antes de Navidades. A eso de las 3 menos cuarto sucede un milagro. Nuestro amigo Slava aparece con una amiga, él vive cerca de nosotros y tiene coche para llevarnos. Trás este golpe de fortuna, nos llenamos de optimismo e inspiración y empezamos a hablar con vikingas. Por lo que se vé, en ese bar están todas sordas porque o no te escuchan o no te hacen caso (yo prefiero pensar lo primero). Conforme se acerca la hora del cierre (las 4) el listón va bajando y tan solo nos conformamos con algo de conversación femenina.
Dos horas más tarde nos encontramos en casa de Slava jugando al FIFA 08 con un proyector en la pared, bebiendo té comiendo pollo y con su amiga tailandesa roncando al lado. Otra noche de las de guardarse en el disco duro.

2 comentarios:

Aprendiz dijo...

Ja ja ja, vaya cosas que te pasan y que valor de salir a la calle a -10 grados. Ole Ole y Ole,

Un abrazo,

Unknown dijo...

Hay momentos que no sé si estoy en Holanda o en Siberia, aunque estas Navidades en España tampoco han sido muy calentitas...