Un 18 de diciembre empezaba mi visita navideña por España y con ella, mis primeras vacaciones en mi propia casa. Los primeros días aun se hicieron extraños pero después me encontré como si nunca me hubiera ido de aquí. Las cosas han cambiado pero sólo
físicamente (malditas obras que destrozan Zaragoza). En parte es
positivo y en parte, negativo. Es bueno porque al volver tienes exactamente la misma sensación que cuando te fuiste y las cosas te resultan
relativamente acogedores y familiares. La parte negativa es que las cosas malas, aquellas por las que te fuiste, tampoco han cambiado. Esas las notas unos días más tarde. Mañana hago las maletas y regreso a mi segunda patria: Holanda. Todas las despedidas son malas pero algunas especialmente. Hoy ha sido el
día de las despedidas y
afortunadamente todas me han dejado un sabor de punto y seguido. Las despedidas malas son las que dejan un sabor de punto y final. Hay personas que ya conoces muy bien y quieres seguir teniéndolas a tu lado para siempre sin importar el qué, el cómo y el dónde. Gracias amigos, gracias familia, ¡gracias
mañolandia! Me da pereza hacerme un viaje de casi dos
días pero el 306 de
Moorplein tiene ganas de verme para otros 6 meses de
erasmuseo. Veremos que da de sí la segunda mitad de mi aventura.
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